sábado, 6 de julio de 2013

Damià Timoner

Técnica, virtuosismo y sentimiento

         Si hubiera habido una sola persona por cada una de las quinientas cincuenta salas de los Estados Unidos en las que se proyecto su versión de “Cassidy”, la Mozart se hubiera quedado pequeña; pero la cosa pintó muy distinta. A penas 25 o 30 personas que no hizo justicia a una propuesta realmente interesante. No creo que sea un tema de desinterés, de falta de motivación, tampoco, ni mucho menos, de falta de calidad de una propuesta exigente y bien trabajada. Tal vez sencillamente se trate de esa inercia que, como mala compañera, se ha adherido en los últimos tiempos al mundo de la cultura.
         En cualquier caso ello no impidió que Timoner, como gran profesional que es -y lo viene demostrando desde ese Un quart de segle que rubricó en el 92 y se recordó esta misma noche en el primer bis del concierto-, se volcara con sus nuevas composiciones, espléndidas y que mantienen ese lenguaje propio conjugado entre el sonido californiano y el mediterráneo de Sòlid.



         Técnica, virtuosismo y sentimiento se barajaron a partes iguales, en perfectas dosis para que lo complicado pareciera sencillo y la dificultad, simplicidad. Tal vez le faltó algo de relajación -con tal panorama era realmente complicado- para que todo fuera más fluido; pero esas melodías consiguieron calar hondo. No quiero disimular la emoción que me producen algunos de sus pasajes, y la profundidad, tanto de las composiciones propias como de las versiones, por que no todo se queda tan sólo en lo emotivo, existe una estructura bien construida a partes iguales, eso sí, entre la razón y la pasión.



DAMIA TIMONER. Sala Mozart del Auditorium, 29 de junio de 2013.   

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