Evocando a Glenn Miller
Miller, no
es precisamente el sancta sanctórum de todos los que hemos sido seducidos por la
evolución del jazz a partir de los años cuarenta del pasado siglo; ahora bien,
no hay que restarle ni un ápice de valía, ni mérito, a ese trabajo realizado en
un momento complicado de la historia de los EEUU. Esencialmente en su segunda
orquesta que, a la postre, fue la que incidió con mayor fuerza en el sector más
popular de la población.
Rememorar
esos años, éxitos y esa clásica estructura de cinco saxos, cuatro trombones,
cuatro trompetas y una sección rítmica al uso –piano, contrabajo y batería-, es
el objetivo de la que se presenta, desde hace más de veinticinco años, como The
Original Glenn Miller Orchestra, bajo la dirección del reconocido Ray Mcvay, y
a tenor de una Magna prácticamente repleta, habría que decir que también
materializa el gran poder de convocatoria del comercialmente considerado como
el Rey del jazz.
Como lo
demostró hace dos años, una formación de taquilla fácil, guiada por la
corrección interpretativa, y dejando al margen, incluso en los solos, todo lo
impredecible que enriquece al género, con sus números musicales de las
Irresistibles Andrews Sisters, los de baile de Swing Time Jivers Ballet
–impecables, por supuesto- y los discretos vocalistas Catherine Sykes y Mark
Porter. Y, sinceramente, no hubiera estado nada mal un poco de irreverencia
entre tanta ortodoxia.
Además de
otros clásicos, no faltaron en el repertorio esos incunables “In the Mood” –con
el que en su día permaneció 15 semanas consecutivas en el número uno-,
“Moonlight Serenade” o “Tuxedo Junction”, introducido por la sección de
trombones. Pero también se incluyeron clásicos del prontuario de Louis
Armstrong –“When The Saints Go Marching in”- o Frank Sinatra –“I’ve Got You
Under My Skin”, “New York, New York”-.
The Orginal Glenn Miller Orchestra. Auditorium de
Palma, 27 de enero de 2017.
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