jueves, 21 de junio de 2012


Sergio Pamies, hondura, latinidad y negritud


         Si algo caracteriza a la juventud jazzística de nuestro país es su sobrada preparación y experiencia. ¿Recuerdan el eslogan: “jóvenes pero sobradamente preparados”? Pues precisamente eso es lo que podemos encontrar, miremos donde miremos de nuestra piel de toro. Y el caso de Sergio Pamies, puede servir de ejemplo perfecto; pero es que además se le une un gran talento. Y es que este joven músico granadino que aún no ha cumplido los treinta, aúna hondura, latinidad y negritud en proporciones que dimensiona a voluntad con un resultado que excede la coherencia para transitar por la maestría.
         Borrachito segundo capítulo de una idea que inició con “Entre amigos” (2008) y que ya entonces obtuvo el reconocimiento como mejor proyecto del año por la revista especializada Jaç, constituye toda una alegoría de esa imbricación. Un álbum repleto de autenticidad y, como apuntaba, talento que, pese a presentar estos tres puntales musicales con cierta estanqueidad, refleja su gran momento creativo rubricando diez de los doce cortes –Monk y el tándem Strayhorn-Ellington firman los dos restantes- que conforman esta, su primera producción para el sello Bebyne, apostando por el jazz clásico, el contemporáneo, el bolero, la soleá, o la bulería, con gran virtuosismo y con una destacada formación e invitados de lujo como Antonio Serrano, Rubem Dantas, Diego Amador o el trompetista de New Orleans Christian Scott, entre otros.  


El Llorenç Santamaria más personal

                  Hacía mucho tiempo que Llorenç Santamaria no entraba en un estudio para ofrecernos una visión tan personal de lo que es y significa para él el mundo de la música. Y lo acaba de hacer desempolvándose, con respeto, de esos éxitos –léase “Para que no me olvides”, “Si tu fueras mi mujer” o “Bailemos”- que no dejan de pesar como una losa y sin los que muy probablemente no sería lo que es hoy en día, y a su vez recogiendo buena parte de todas aquellas músicas que le han ilusionado a lo largo de su vida.
         Pero dejando de lado a nostálgicos empedernidos -me consta que siguen reclamándole las susodichas canciones en los conciertos- y afrontando el nuevo trabajo sin contemplaciones y, sobre todo, sin perjuicios, nos encontraremos con un buen álbum en el que a pesar de su eclecticismo que pasa por la balada, alguna que otra ligereza o el country –compartiendo micrófono con Tomeu Penya-, prevalece el rock & roll, sin duda su mejor registro.
         Llorenç ha aprovechado ese acelerón en su actividad que le ha supuesto el musical “Cop de Rock”, para no bajar al ralentí y, reinventándose a sí mismo, seguir dando lo mejor. “Pell de gallina”, álbum realmente muy bien instrumentado es la evidencia de que aún hay cantante con poderío para largo, y si además reivindica el catalán para el rock, como podemos apreciar en todos los temas a excepción de “A love So Beautiful” de Roy Orbison y que singulariza la única autoría ajena, tanto mejor.