martes, 13 de noviembre de 2012


Puntito de jazz latino

         No sólo la experiencia vivida en las primeras jornadas del Festival en el Xesc sino también la frecuencia con la que se ha podido escuchar a Juan Antonio Gil en el club, podía presagiar una reducida asistencia al concierto. Por tanto imagino que no hubo sorpresas a la hora de contabilizar una presencia anecdótica más allá de las invitaciones personales.



Una propuesta que, por otro lado, se encuentra con el género de cabecera de forma tangencial. Y es que la música del cubano pertenece más al mundo de la cantautoría y la música popular como el cha-cha-chá, danzón o guaguancó que a los registros más improvisados del jazz. Aunque si ya nos hemos habituado a nombres como el de Pedro Guerra, Dylan o Juan Perro –pónganle ustedes por medio todas las distancias que deseen- en este tipo de festivales, tampoco habría que rasgarse las vestiduras. Y menos si atendemos a los momentos más latinos y más próximos al jazz.
         Más allá de buenas intenciones, corrección, textos de profundidad intermitente o instrumentación mínimamente agraciada, resulta difícil destacar nada. Gil no es ni un gran guitarrista, ni un gran cantante, pues la potencia y fuerza vocal sustituye a la modulación y al convencimiento.



         Tampoco dice mucho a su favor el hecho de que la velada adquiriera fuerza a partir del “The Chicken” y sobre todo con la entrada en escena del bajista Alain Pérez quien, a partir de ese momento, adquirió el peso específico musical y escénico.
En resumen, ni bien ni mal, sino todo lo contrario en un velada de tránsito con puntito de jazz latino.



JUAN ANTONIO GIL. IX Jazz Voyeur Festival. Teatre Xesc Forteza, 9 de noviembre.

Fotos: José Luis Luna 

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