Destacable reentré
Sin duda Kenny Werner echó en
falta un piano en mejores condiciones, pero aún así el estado del Kawai y su cuestionable
sonorización no le impidió manifestar esa excepcional concepción musical que lo
posiciona como uno de los más destacados exponentes del jazz de la actualidad.
Y es que algunas notas de afinación imprecisa y ecualización disonante no lograron
mermar la calidad musical vivida en el reinicio de la novena edición del Jazz
Voyeur Festival.
Un reinicio excesivamente
discreto a tenor de la participación de un público escaso que hasta en el Xesc
Forteza resultaba ínfimo; pero realmente destacable en cuanto a lo acontecido
sobre el escenario.
Werner se presentaba con su
última referencia musical grabada hace ya dos años en el Blue Note de Nueva
York bajo el brazo y fue precisamente esta la que llenó la mayor parte de una
velada iniciada con contención y que iría adquiriendo intensidad, soltura y
decisión con su avance. Temas de largo minutaje con amplios desarrollos.
Espacios abiertos a la improvisación que sin establecer un juego de diálogo
ágil abogaría por el discurso personal de cada miembro del quinteto. Werner, el
saxofonista Benjamin Koppel y el trompetista Randy Brecker, se repartirían en
esencia el espacio sonoro sobre una rítmica impecable y exquisita compuesta por
un preciso Scott Colley al contrabajo y un, demás, imaginativo y creativo
Antonio Sánchez en la batería.
Sin abandonar el bop, ni un
cierto y asequible lirismo melódico, la exploración sonora marcó el ritmo de
una velada de gran calidad musical.
KENNY WERNER QUINTET. Jazz Voyeur Festival. Teatre Xesc Forteza, 20 de
octubre.
Fotos: José Luis Luna
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