Anglada camerístico
Es verdad
que Temposinfónico hace referencia a la orquestación con la que Jaime
Anglada ha envuelto sus canciones en estos últimos tiempos, y por ello, no
debiera de haberse anunciado así su concierto en el Auditori de Alcúdia. Aunque
si nos ciñéramos al repertorio, a las canciones escogidas, a esas a las que se les
ha dado un tratamiento especial, deberíamos de aseverar que efectivamente lo
que nos presentó fue, punto por punto, ese mismo trabajo auspiciado por una
conocida marca de relojes. Y es que, uno a uno –aunque no en el mismo orden-,
fueron desfilando todas esas canciones. La única diferencia fue, pues, el traje
con el que las presentó.
Pero no es
del todo correcto hablar sólo del envoltorio, pues no se queda únicamente en la
epidermis de las canciones, únicamente en la forma, sino que ahonda en el
contenido. Este nuevo empaque que podríamos definir –aunque el núcleo sea Le Carromato-
como de grupo de cuerda de cámara (guitarra, violines, violonchelo y
contrabajo) junto a flauta y batería, dibuja las canciones con una agudeza que
remarca y acrecienta la personalidad que el cantante perdía en el formato
orquestal. Suena más íntimo, sus canciones son más sutiles y la intensidad se
acentúa en el momento preciso –excelente esa combinación con Marta Elka-.
Sin duda es
el mejor formato para unas canciones que parecen haber encontrado su registro
más normal, natural, cercano y convincente. Los arreglos y adaptaciones de
Miquel Àngel Aguiló –también responsable de parte de las propuestas sinfónicas-
son exigentes hasta el mínimo detalle y esa perfilería de Pastor aportando, con
la guitarra, un plus de calidez, remata la faena –perdón por el término
taurino-.
Una vez
vencida la incomodidad de una pobre concurrencia, Anglada se sintió cómodo y
acabó rubricando uno de los mejores conciertos que le haya escuchado.
Jaime Anglada. Auditori de Alcúdia, 14 de junio de 2014.
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