Carlos Pizarro, la transparencia del jazz
La voz
del árbol, es un álbum dedicado a la vejez, a los mayores, a la fugacidad
de la vida, al amor por las personas y las cosas, en definitiva a la
experiencia. Así, más o menos, reza en las notas que acompañan al disco de
propia mano del guitarrista asturiano Carlos Pizarro. Pero más allá de todo ese
sentimiento vertido, de todas esas sensaciones que revolotean entre la docena
de temas –ocho rubricados por el propio Pizarro, uno más por cada otro miembro
del cuarteto, además de “Al-imbiq” el oasis más tempestivo de autoría conjunta- que componen esta producción, La voz del
árbol es también un gran disco de jazz, donde la música fluye con claridad,
con la amabilidad justa para una aproximación sin aristas, llana y
tremendamente gratificante.
Un disco donde, amén de esos
discursos más incisivos de guitarra y saxo, el cuarteto –Javier Rubio al saxo
tenor, Horacio García al contrabajo y Félix Morales a la batería, lo completan-
se presenta equilibrado, compacto, uniforme y en una onda absolutamente convergente
A simple
escucha, diríamos que se trata de un disco sin vericuetos, con toda la
tranquilidad y pausas necesarias. Y tal vez así sea, pues con melodías
sugerentes y armonías confortables, deja al descubierto una música trasparente,
sincera. La ternura sería otra cualidad definitoria de este trabajo, como lo
sería también la apuesta por las cosas sencillas que es, al fin y al cabo,
donde habita la belleza.
La voz del árbol es un gran disco de jazz, donde
la música fluye con claridad, con la amabilidad justa para una aproximación sin
aristas, llana y tremendamente gratificante
No hay comentarios:
Publicar un comentario