lunes, 11 de marzo de 2013


El arte de narrar historias

         No sería nada descabellado considerar a Daniel Soler como un maestro del reciclaje, aunque abría que añadir  que con tanta gracia y savoir fer que a uno acaba pareciéndole un espectáculo nuevo. Y es que la agudeza y el talento no se dan únicamente  en esas ocurrencias, a veces cómicas o tragicómicas, sino que también recaen en el arte de narrarlas.
         Lo viene haciendo desde hace años y la fórmula le funciona. A él y al público que, una y otra vez, no deja asentir identificándose en ese urdido de cotidianeidades contemporáneas.
         Pienso luego insisto, sirve para dar una nueva vuelta de tuerca, hilvanar pretéritos ya conocidos con algunas nuevas propuestas, pero sobre todo trabajar la forma con las que van a ser contadas.


         En el Teatre del Mar vivimos de nuevo otra de esas bocanadas de aire con su oportuna dosis de oxigenación. Aire tan puro como contaminado por la ironía denunciante, por esa forma singular y llana de ver la vida desde una lógica aplastante. Una combinación de escena y música con voz en off de alienígena tutorial y amigo al hilo telefónico al que implica con el público como confidente y cómplice de esa cuarta pared.


         Reír sí, pero también pretende la búsqueda de la reflexión sin filosofías académicas ni psicólogos de diván. O tal vez el facultativo habite en el escenario y el diván sea ese patio de butacas que, por cierto, se mostró reconfortablemente abultado, al menos en la primera de las dos jornadas en que Daniel Higiénico desgranó sus historias en el siempre esperado, acertado y querido regreso a Mallorca.




DANIEL HIGIÉNICO. “Pienso luego insisto”. Teatre del Mar, 8 y 9 de marzo 2013.        

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