El arte de narrar historias
No sería
nada descabellado considerar a Daniel Soler como un maestro del reciclaje,
aunque abría que añadir que con tanta
gracia y savoir fer que a uno acaba pareciéndole un espectáculo nuevo. Y
es que la agudeza y el talento no se dan únicamente en esas ocurrencias, a veces cómicas o
tragicómicas, sino que también recaen en el arte de narrarlas.
Lo viene
haciendo desde hace años y la fórmula le funciona. A él y al público que, una y
otra vez, no deja asentir identificándose en ese urdido de cotidianeidades
contemporáneas.
Pienso
luego insisto, sirve para dar una nueva vuelta de tuerca, hilvanar
pretéritos ya conocidos con algunas nuevas propuestas, pero sobre todo trabajar
la forma con las que van a ser contadas.
En el
Teatre del Mar vivimos de nuevo otra de esas bocanadas de aire con su oportuna dosis
de oxigenación. Aire tan puro como contaminado por la ironía denunciante, por
esa forma singular y llana de ver la vida desde una lógica aplastante. Una
combinación de escena y música con voz en off de alienígena tutorial y
amigo al hilo telefónico al que implica con el público como confidente y
cómplice de esa cuarta pared.
Reír sí,
pero también pretende la búsqueda de la reflexión sin filosofías académicas ni
psicólogos de diván. O tal vez el facultativo habite en el escenario y el diván
sea ese patio de butacas que, por cierto, se mostró reconfortablemente
abultado, al menos en la primera de las dos jornadas en que Daniel Higiénico
desgranó sus historias en el siempre esperado, acertado y querido regreso a
Mallorca.
DANIEL HIGIÉNICO. “Pienso luego insisto”. Teatre del Mar,
8 y 9 de marzo 2013.
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