Conciliar el jazz y el folk
No
recuerdo muy bien si fue a Art Blakey o a Dizzy Gillespie a quien le oí
comentar que el jazz, en esencia, no era una música sino más bien una forma de
entenderla. Esa aseveración que puede resultar abstracta, cobra total realismo
al escuchar los arreglos que Sergi Vergés realizó para su proyecto con la
Rufaca Folk Orchestra. Partiendo de la música tradicional del Pirineo, pero con
amplio criterio como para abrazar la habanera, el pasodoble, la jota o una
Sibil·la de la Seu d’Urgell de 1538, Vergés teje todo un mapa sonoro que nace
de las raíces más populares para ir creciendo en un cosmopolitismo sonoro
perfectamente ordenado.
Este
mismo proyecto se ponía al servicio de la Big Band del Conservatori Superior de
Música con un resultado realmente sorprendente y como una auténtica práctica de
master class para todos sus integrantes; pues no resulta fácil el tratamiento musical
que, dicho sea de paso, ofrece escasas concesiones, sino todo lo contrario, un
exigente ejercicio de precisión, bien resuelto, en la interpretación.
El tratamiento de las distintas secciones, la
utilización de recursos individuales de los solistas -muy destacables el
saxofonista Miquel Àngel Rigo, el trompetista Jaume Cerdà o el trombonista
Miquel Gayà, por mencionar algunos-, una dirección que denota no sólo técnica y
oficio, sino sobre todo emoción, y una gran riqueza de texturas, transforman
todas estas notaciones en un corpus que late uniforme y vivo.
Es cierto, como apunta Vergés en el libreto que
acompaña la edición discográfica del proyecto, que todo ello sólo cobra vida
cuando lo tocan los músicos y la Big Band estuvo a la altura; pero no lo es
menos que es el director quien tiene la función de sacar lo bueno y mejor de
cada uno de ellos y ahí estuvo soberbio.
Big Band del Conservatori
Superior de Música de les Illes Balears. Dirección: Sergi Vergés. Teatre Xesc Forteza, 13
de enero de 2018.
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