sábado, 20 de enero de 2018



Conciliar el jazz y el folk



         No recuerdo muy bien si fue a Art Blakey o a Dizzy Gillespie a quien le oí comentar que el jazz, en esencia, no era una música sino más bien una forma de entenderla. Esa aseveración que puede resultar abstracta, cobra total realismo al escuchar los arreglos que Sergi Vergés realizó para su proyecto con la Rufaca Folk Orchestra. Partiendo de la música tradicional del Pirineo, pero con amplio criterio como para abrazar la habanera, el pasodoble, la jota o una Sibil·la de la Seu d’Urgell de 1538, Vergés teje todo un mapa sonoro que nace de las raíces más populares para ir creciendo en un cosmopolitismo sonoro perfectamente ordenado.
         Este mismo proyecto se ponía al servicio de la Big Band del Conservatori Superior de Música con un resultado realmente sorprendente y como una auténtica práctica de master class para todos sus integrantes; pues no resulta fácil el tratamiento musical que, dicho sea de paso, ofrece escasas concesiones, sino todo lo contrario, un exigente ejercicio de precisión, bien resuelto, en la interpretación.
El tratamiento de las distintas secciones, la utilización de recursos individuales de los solistas -muy destacables el saxofonista Miquel Àngel Rigo, el trompetista Jaume Cerdà o el trombonista Miquel Gayà, por mencionar algunos-, una dirección que denota no sólo técnica y oficio, sino sobre todo emoción, y una gran riqueza de texturas, transforman todas estas notaciones en un corpus que late uniforme y vivo.
Es cierto, como apunta Vergés en el libreto que acompaña la edición discográfica del proyecto, que todo ello sólo cobra vida cuando lo tocan los músicos y la Big Band estuvo a la altura; pero no lo es menos que es el director quien tiene la función de sacar lo bueno y mejor de cada uno de ellos y ahí estuvo soberbio.

Big Band del Conservatori Superior de Música de les Illes Balears. Dirección: Sergi Vergés. Teatre Xesc Forteza, 13 de enero de 2018.

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